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LA POESÍA DE ROSSELLA DI PAOLO



                Una de las características más notorias de la poesía peruana surgida en la década de 1980 fue la
              irrupción de un contingente de poetas mujeres, que renovaron la tradición lírica con sorprendentes
              búsquedas y hallazgos. Las jóvenes poetas de entonces, herederas en cierto modo de la voz admirable
             de Blanca Varela y de una figura singular como Carmen Ollé, han proseguido desarrollando su obra y
             empiezan a tener creciente reconocimiento. Destaca entre ellas Rossella Di Paolo, nacida en Lima, en
               1960. Di Paolo estudió literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha sido profesora
               universitaria y dirige talleres de poesía. Su primer libro, Prueba de galera, fue publicado por el sello
              Antares en 1985 y reeditado por Paracaídas en 2017. A este poemario le siguieron Continuidad de los
            cuadros (Antares, 1988; Paracaídas, 2018), Piel alzada (Colmillo Blanco, 1993; Paracaídas, 2019), Tablillas
              de San Lázaro (Fondo Editorial pucp, 2001; Paracaídas, 2020) y La silla en el mar (Peisa, 2016), que ese
             año mereció el Premio Luces del diario El Comercio. En 2019, recibió un homenaje del Instituto Cultural
              Peruano Norteamericano en el Primer Encuentro de Escritoras Peruanas. Obtuvo al año siguiente el
              Premio Casa de la Literatura Peruana y fue también declarada Personalidad Meritoria de la Cultura.
             Poemas suyos han sido publicados en antologías de poesía peruana e hispanoamericana y en recientes
             entregas de revistas españolas como Palimpsesto o Sibila. Rossella Di Paolo es, además, autora de precisas
              reseñas literarias y ha participado en varios proyectos artísticos interdisciplinarios. Rigor y desenfado
            signan su poesía, con imágenes deslumbrantes y toques lúdicos, en los que la celebración de la vitalidad
                               natural no elude el desgarramiento y la angustia de lo humano.


                                                  ANTOLOGÍA MÍNIMA


            BALNEARIO DE INVIERNO                              Hombre de luz endurecida: ¿quién señala
                                                               los pasajes que predican tu dulzura?
            Mar en desuso                                      Solo el mar
            abandonado en la playa                             en el fondo de tus manos
            entre restos de barcas y pelícanos.                empieza a abrir sus alas como una mariposa.

            El malecón se pasea, antiguo,                      En Prueba de galera, 1985
            del brazo con el viento
            detrás de una lluvia de memoria desgarbada.
                                                               MILIQUINIENTAS
            Hay un muelle desdentado
            tumbado bajo las gaviotas                          Soy cabra y tiro al monte.
            y este aire endurecido
            con un tufo amargado de salitre.                   Pelo de piedra me llevo cuesta arriba
                                                               empecinada piedra sobre más piedra
            Fantasmas que recurren a las bodegas               detrás del abrojo.
            a apostar ojeras
            genuinas                                           Contra el jugo del sol levanto el diente
            del más puro sueño de oriente.                     sol con espinas me escarba los ojos.
                                                               Como relámpago de polvo me estoy creciendo
            Mar: habría que repintarte                         moliendo dentro.
                y lustrar tu superficie.                       Soy cabra y tiro al monte.
                (qué dirían de ti                              Pondré mi hueso encima
                tus futuros inquilinos)                        todopelado.

            EL UNGIDO                                          EL SUEÑO

            El viento se adelanta hacia tus hombros            El sueño encendió un pájaro
            estalla como un canto y te cobija                  y hubo que raspar carbón de nuestros dedos
                                                               y llorar lejos.
            Enjuagas los brazos en la luz
            la misma luz que hurga tu cabeza                   El sueño vaga pensativo acariciándose las alas,
            y crece vorazmente por tu barba                    abrasado.
            Furiosa luz raspando los contornos
            de la voz que despeñas con la boca                 Solo nosotros sabemos de su ojo glacial y su ceniza alta
            herida en la sal de los abismos                    e intacta como un beso.
            No hay peces que ponerse en estas redes
            Sacúdete la espuma de las piernas                  En Continuidad de los cuadros, 1988



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