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LA CORRESPONDENCIA DE VALLEJO



             Vallejistas conspicuos, el español Carlos Fernández y el peruano Valentino Gianuzzi han publicado la
                edición más completa y rigurosa de su Correspondencia (Lima, Fondo Editorial de la Universidad
                        César  Vallejo y Támesis, 2023). Aquí, fragmentos de su estudio introductorio.


               n un ensayo de 1986 dedicado a la                               1924-1927) han dado pie a una ima-
            Ecorrespondencia de César Vallejo,                                 gen de Vallejo en la que prima una
            David Sobrevilla llamaba la atención                               «dramaticidad agónica», para citar a
            sobre el significativo aporte que hacían                           José Manuel Castañón. Esa corres-
            las cartas a los estudios vallejianos.                             pondencia contrasta con las que por
            Según él, las misivas contribuían a la                             esas mismas fechas mantenía con
            cronología y a la exégesis de la obra, a                           Juan Larrea, mucho menos trágica.
            la construcción de la biografía y a la di-                         Es una lástima que no conservemos
            lucidación de cuestiones ecdóticas. Sin                            las cartas que, por entonces, Vallejo
            dejar de ser cierto todo esto, cualquier                           escribió a Félix de Valle o Emilio Ri-
            acercamiento crítico a la correspon-                               beyro que, seguramente, nos ayuda-
            dencia como clave de acceso a la vida y obra de César   rían a comprender mejor cómo el destinario condicio-
            Vallejo debe evitar posiciones excesivamente optimistas.  naba el tenor de los distintos mensajes del poeta, aun
                 Una lectura atenta de las cartas, como la que aquí   cuando se ocupasen de los mismos asuntos.
            proponemos a través de nuestra anotación, hace surgir   En cuanto a la etapa peruana, que no se conozca la
            más preguntas que respuestas y pone de manifiesto, a la   inmensa mayoría de sus cartas a Antenor Orrego (como
            par que nuevas informaciones, importantes lagunas y ca-  explicamos en el postfacio de esta edición) supone una
            rencias. Así, nos parece evidente que el uso de las cartas   gran carencia. Del mismo modo, la poca correspondencia
            para cuestiones ecdóticas es limitado: ninguna de las mi-  con José Eulogio Garrido que parece haber sobrevivido
            sivas que se conocen hasta la fecha discute la composición   da a entender que existieron más cartas; estas, sin duda,
            de poemas específicos; tampoco nos explican por qué   arrojarían nueva luz sobre una relación que ha tendido
            Los heraldos negros se publicó en 1919 (a pesar de que su   a infravalorarse. Quedan por aparecer, además, las car-
            aparición se había anunciado, como inminente, un año   tas escritas a Federico Esquerre, Eloi B. Espinosa, Víctor
            antes) ni aclaran las fascinantes escrituras y reescrituras   Raúl Haya de la Torre y otros miembros destacados de la
            de Trilce, ni la de los poemas publicados póstumamente.   Bohemia de Trujillo. Las misivas a Juan Espejo Asturri-
            Lo mismo sucede con la composición de Escalas, Fabla   zaga, Leoncio Muñoz y Óscar Imaña, nos dan una idea
            salvaje, El tungsteno y Rusia en 1931. Dentro de esta limi-  aproximada del valor de lo desconocido o, tal vez, perdi-
            tación, encontramos en las cartas unos pocos datos que,   do para siempre. Aparte de algunos hermosos pasajes en
            por humildes que sean, conviene tener en cuenta {…}.  prosa, estos textos íntimos son fuentes de información
                  De la afirmación de Sobrevilla debemos rescatar   sobre el valor que Vallejo atribuía al libro en la trayecto-
            que la recopilación de las cartas se justifica por una con-  ria literaria de un poeta, sobre su intención de doctorarse
            tribución central: no hay lugar a duda de que el aporte   por la Universidad de San Marcos y de hacer publicar,
            más importante que estas hacen es el biográfico. Gracias   en la prensa limeña, poemas de su amigo Imaña  {…}.
            a ellas se conocieron por primera vez muchos datos, al-  Otra gran laguna de la correspondencia de Vallejo
            gunos de los que ya han sido contrastados con otros do-  es la casi total ausencia de mujeres entre sus correspon-
            cumentos: la fecha en que comenzó a trabajar como pro-  sales. Apenas conocemos una carta a su hermana María
            fesor en Trujillo, las circunstancias de su hospitalización   Jesús, pero se echan en falta misivas a su madre (para
            en 1924, las fechas de algunos de sus viajes a Madrid, la   quien se envían saludos y se prometen cartas en la co-
            manera en que llegó a colaborar con Variedades, El Co-  rrespondencia con su hermano Víctor), a Otilia Vallejo,
            mercio y Bolívar, cuándo comenzó a trabajar en los Grands   con quien se le ha relacionado sentimentalmente, a Zoi-
            Journaux Ibéro-Américains  y luego en  La Razón de Bue-  la Rosa Cuadra, «Mirtho», a Otilia Villanueva Gonzales
            nos Aires. Las cartas proporcionan un anclaje referen-  y a Henriette Maisse. En cuanto a la correspondencia
            cial ineludible para cualquier investigación biográfica.       con Georgette de Vallejo, es muy poca la que se cono-
                 Aunque ligado a lo biográfico, más complejo re-  ce, y aún así solo fragmentariamente. Esto se debe, sin
            sulta concluir qué nos dicen las cartas sobre la perso-  duda, a que ella no estuvo interesada en publicarla, se-
            nalidad de Vallejo, sobre el «rostro humano» del poeta,   guramente por considerarlo una intromisión en su vida
            en palabras de Jesús Cabel. Sacar conclusiones sobre   privada y por no acceder a los pedidos de Juan Larrea,
            cómo era Vallejo a partir de estos textos es arriesgado   quien le instó repetidamente a ello {…}. Un hallazgo re-
            y, una vez más, es preciso ir en contra de una mirada   ciente refuerza, además, la idea de que ella no quiso que
            idealizada. Vallejo fue un individuo en constante trans-  todo el contenido de las misivas se conociese y nos pa-
            formación, sujeto a importantes presiones sociales y eco-  rece muy probable que los originales se hayan destruido
            nómicas, y no exento de contradicciones. Es prudente,   o mutilado, sin que hayan sobrevivido copias completas.
            por tanto, tratar de analizar en detalle las circunstancias   Los fragmentos que sí se conservan dan una idea de la
            de cada misiva y quién es su destinatario. Es más, en   gran valía de estas cartas a su esposa, en las que Vallejo
            nuestra opinión, el corpus epistolar ha condicionado,   parece exponer sin reservas su opinión sobre su propia
            en exceso, muchos relatos biográficos que se han escrito   obra literaria: «Je sais bien qu’il y a chez moi une valeur gé-
            sobre Vallejo hasta la fecha y, aunque en menor medida,   niale», confiesa en una de ellas.
            la exégesis de su obra literaria. Las misivas de Vallejo a   Por otro lado, en materia literaria es poco lo que
            Pablo Abril de Vivero (en particular las del periodo de   las cartas ofrecen. Casi no se conoce correspondencia
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