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estrenó en su época de colegial-, Vargas Llosa, «el me-
jor crítico literario de nuestra lengua y un ensayista
brillantísimo» según afirma también Cercas, ha pu-
blicado una decena de libros de ensayos sobre algu-
nos de los escritores que más le han interesado, con
cuantiosa información, rigurosos análisis y hallazgos
indudables.
La obra de Vargas Llosa articulista suma a su vez
gruesos volúmenes y da cuenta puntual de su conti-
nua inmersión en la lectura y la contemplación de un
vasto presente que, en muchas ocasiones, lo ha tenido
de testigo directo. El abordaje de estas miles de pági-
nas, de prosa cautivante y persuasivos razonamientos
y posicionamientos -reunidos inicialmente en los tres
tomos de Contra viento y marea (1964-1988)-, puede ser
solo cronológico o también temático, vía esta última
tomada por el ensayista colombiano Carlos Granés
como editor de Sables y utopías y, hace un par de años,
de El fuego de la imaginación. Libros, escenarios, pantallas
y museos. Obra periodística I, primero de una serie de
volúmenes que proseguirá con la ardua tarea recopi- Libros recientes. Derecha: caricatura de Fernando Vicente. El País, 17/12/2023
latoria a su cargo. En esa ingente sucesión de textos, -«eterno aguafiestas», según afirmó en un famoso dis-
la mayoría de pareja extensión, brilla «un lector y un curso de 1967, cuando recibió el Premio Rómulo Ga-
espectador apasionado y crítico», como dice Granés, llegos- ha roto lanzas en memorables ocasiones contra
e insurge con frecuencia el «escritor comprometido», posturas anquilosadas o supuestas «correcciones po-
ese ciudadano que no cesó de participar, con las ar- líticas», y el tiempo ha terminado dándole la razón
mas de su oficio y una reconocida consistencia, en los en muchos temas, aunque a veces su entusiasmo por
debates sociales y políticos del momento, ganándose determinados personajes públicos haya terminado en
respetos, aprecios o hasta enconos, pero captando decepción. Dos batallas especialmente encomiables
siempre la atención de su multitud de lectores. en su larga trayectoria de libre pensador en las últimas
«Nunca he dejado -escribió Vargas Llosa en su seis décadas: su defensa intransigente de las libertades
último artículo- de decir mi verdad, en la que hay un y los derechos humanos y su firme alegato en favor del
margen de error, a veces grande, y que puede ir evo- sistema democrático.
lucionando, incluso de manera drástica. Cuando he Mirando ahora al Pacífico desde los ventanales
publicado compilaciones de artículos, como Contra de su estudio barranquino, Vargas Llosa acaso evoque
viento y marea, donde se puede seguir mi trayectoria también otros versos de ese mismo soneto de Queve-
del socialismo al liberalismo en textos de hace mu- do, como los iniciales: «Retirado en la paz de estos
chos años, he querido que mis lectores asistan a través desiertos / con pocos, pero doctos libros juntos ….».
Mar y desierto son, como sabemos, paisajes exteriores
que animan con su aparente infinitud los panoramas
interiores. Allí se suelen agolpar, extender, sumergir o
extraviar los recuerdos, acopiados de modo superlati-
vo en vidas como la suya, largamente vividas y nutri-
das por incansables lecturas y muchas otras experien-
cias. El niño que nació en Arequipa, en 1936, pasó su
infancia en Cochabamba y luego en Piura, vivió en
Lima, se estableció de muy joven en París, radicó en
Londres, Barcelona, Madrid, y anduvo por casi todos
los confines del planeta, ha vuelto a observar el cre-
púsculo desde ese privilegiado observatorio, mientras
el trajín de la urbe limeña bulle a sus espaldas. Entre
Vargas Llosa, años 80 tanto, en los anaqueles silenciosos de las bibliotecas
de esos artículos contradictorios y discrepantes entre que conservan los libros que escribió, en las palmas
sí a mi propio aprendizaje moral y político». El ciuda- de quienes los sostienen y van agotando sus renglo-
dano, es evidente, ha expresado con honestidad sus nes, en las pantallas encendidas donde se clava la vista
puntos de vista, que no son ni podrían ser infalibles, para continuar la travesía por sus páginas, y en los
pero que fueron formulados respondiendo a imperati- oídos atentos que escuchan sus palabras, se proyecta
vos de conciencia y no a consideraciones subalternas, impasible la excepcional grandeza de nuestro tan leí-
intereses agazapados o discretos temores. El escritor do, admirado y querido compatriota.
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