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DOSCIENTOS NUDOS




                  El quipu virtual llega a su número doscientos. Apareció el 5 de junio de 2020, cuando la
               pandemia de la enfermedad por coronavirus dejaba en el ancho mundo un pavoroso número de
             víctimas. El pequeño equipo que lo produce -editor, diagramadora, correctores de dádivas fraternas y
              técnico en redes- ha garantizado desde entonces su puntual aparición cada viernes, gracias al aporte
                generoso de sus colaboradores y la acogida creciente de los lectores. La ocasión es propicia para
                incidir, a partir de su propio nombre, en el cambio de paradigma que significó la llegada de la
               escritura alfabética y los números arábigos al Perú, hace casi medio milenio. La pluma y el papel,
               manuscrito o impreso, fueron desplazando por su obvia practicidad a los quipus, singular sistema
            estadístico y nemotécnico de cuerdas anudadas que la civilización andina había desarrollado, al menos
                desde la cultura huari y, con mayor vigor, durante el apogeo inca, al tiempo que declinaban las
               vistosas representaciones geométricas de los tocapus incaicos, considerados por algunos como un
               esbozo aún no clarificado de registro escritural. Los quipus sufrieron también los embates de los
             extirpadores de idolatrías, y terminaron por extinguirse a fines de la época virreinal -salvo unos pocos
             conservados en algunas comunidades para usos ceremoniales-, pero el interés por descifrarlos ha ido
             en aumento en tiempos recientes. Le corresponde al poeta y creador plástico Jorge Eduardo Eielson,
             nacido en Lima hace justo cien años y muerto en Milán en 2006, haberlos transformado en expresión
              artística contemporánea, dotándolos de una poderosa carga simbólica que invita a la imaginación a
                atar otros cabos y anudar múltiples planos y perspectivas. El boletín -inserto desde la cuna en la
              virtualidad- vuelve a nutrirse de su apuesta en la portada de esta edición conmemorativa, en la que
                también ofrece un fragmento significativo de La crónica del Perú (1553) de Pedro Cieza de León,
              y una serie de dibujos alusivos de Guaman Poma.  Cieza, señala Raúl Porras, «recogió el testimonio
              oral de los orejones, principalmente el de Cayo Túpac, y tomó declaraciones de los quipucamayos»,
               logrando que en la crónica escrita se incorporara «la primera contribución directa de la tradición
                     oral incaica». El quipu virtual, huelga decirlo, busca seguir enlazando y proyectando
                                  las muchas y diversas expresiones de la cultura peruana.

            De cómo tenían cronistas para saber sus hechos                rey, no tratar ni decir cosa alguna de lo
            y la orden de los quipos como fue, y lo que de                que a él tocaba, y luego que era muerto,
            ello vemos ahora.                                             al sucesor en el imperio le decían, casi por
                Fue ordenado por los incas lo que ya                      estas palabras: «¡Oh inca grande y pode-
            habemos escrito acerca del poner los bul-                     roso, el sol y la luna, la tierra, los montes
            tos en sus fiestas, y en que se escogiesen                    y los árboles, las piedras y tus padres te
            algunos  de  los más sabios de  ellos,  para                  guarden de infortunio y hagan próspero,
            que en cantares supiesen la vida de los se-                   dichoso y bienaventurado  sobre todos
            ñores qué tal había sido y cómo se habían                     cuantos nacieron! Sábete,  que  las cosas
            habido en el gobierno del reino, para el                      que sucedieron a tu antecesor son estas».
            efecto por mí dicho. Y es también de saber                    Y luego, en diciendo esto, los ojos puestos
            que, sin esto, fue costumbre de ellos y ley                   al suelo y bajadas las manos, con gran hu-
            muy usada y guardada, de escoger a cada                       mildad le daban cuenta y razón de todo lo
            uno, en tiempo de su reinado, tres o cua-                     que ellos sabían; lo cual podrían muy bien
            tro hombres ancianos de los de su nación,                     hacer, porque entre ellos hay muchos de
            a los cuales, viendo que para ello eran há-                   gran memoria, sutiles de ingenio y de vivo
            biles y suficientes, les mandaba que todas   Pedro Cieza de León. Parte primera de    juicio y tan abastados de razones, como
            las cosas que sucediesen en las provincias   la crónica del Perú. Sevilla, 1553  hoy día somos testigos los que acá estamos
            durante el tiempo de su reinado, ora fuesen prósperas,   y los oímos. Y así, dicho esto, luego que por el rey era
            ora fuesen adversas, las tuviesen en la memoria, y de ellas   entendido mandaba llamar a otros de sus indios viejos,
            hiciesen y ordenasen cantares, para que por aquel sonido   a los cuales mandaba que tuviesen cuidado de saber los
            se pudiese entender en lo futuro haber así pasado; con   cantores que aquellos tenían en la memoria, y de ordenar
            tanto que estos cantares no pudiesen ser dichos ni publi-  otros de nuevo de lo que pasaba en el tiempo de su reina-
            cados fuera de la presencia del señor, y eran obligados   do; y que las cosas que se gastaban y lo que las provincias
            estos que habían de tener esta razón durante la vida del   contribuían, se asentasen en los quipos, para que supie-


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