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Quipucamayos y, a la derecha, escribano. En: Felipe Guaman Poma de Ayala. Nueva crónica y buen gobierno, 1615
sen lo que daban y contribuyan muerto él y reinando su dijo que para que mejor lo entendiese, que notase que
progenitor. Y si no era en un día de gran regocijo, o en todo lo que por su parte había dado a los españoles des-
otro que hubiese lloro o tristeza por muerte de algún her- de que entró el gobernador don Francisco Pizarro en el
mano o hijo del rey, porque estos tales días se permitía valle, estaba allí sin faltar nada: y así vi la cuenta del oro,
contar su grandeza de ellos y su origen y nacimiento, fue- plata, ropa que habían dado, con todo el maíz, ganado y
ra de estos a ninguno era permitido tratar de ello, porque otras cosas, que en verdad yo quedé espantado de ello. Y
estaba así ordenado por los señores suyos y, si lo hacían, es de saber otra cosa, que tengo para mí por muy cierto,
eran castigados rigurosamente. según han sido las guerras largas y las crueldades, robos
Sin lo cual tuvieron otra orden para saber y enten- y tiranías que los españoles han hecho en estos indios,
der cómo se había de hacer en la contribución, en las que si ellos no estuvieran hechos a tan grande orden y
provincias, de los mantenimientos, ora pasase el rey con concierto totalmente se hubieran todos consumido y
el ejército, ora fuese visitado el reino, o que sin hacer acabado; pero ellos, como entendidos y cuerdos y que
nada de esto, se entendiese lo que entraba en los depósi- estaban impuestos por príncipes tan sabios, entre todos
tos y pagaba a los súbditos, de tal manera que no fuesen determinaron que si un ejército de españoles pasase por
agraviados, tan buena y sutil que excede en artificio a cualquiera de las provincias, que si no fuera el daño que
los caracteres que usaron los mexicanos para sus cuentas por ninguna vía se puede excusar, como es destruir las
y contratación. Y esto fue los quipos, que son ramales sementeras y robar las casas y hacer otros daños mayores
grandes de cuerdas anudadas, y los que de esto eran con- que estos, que en lo demás todas las comarcas tuviesen
tadores y entendían el guarismo de estos nudos, daban en el camino real, por donde pasaban los nuestros, sus
por ellos razón de los gastos que se habían hecho, o de contadores, y estos tuviesen proveimiento lo más amplio
otras cosas que hubiesen pasado de muchos años atrás; que ellos pudiesen, porque con achaque no los destruye-
y en estos nudos contaban de uno hasta diez, y de diez sen del todo, y así eran proveídos; y después de salidos,
hasta ciento, y de ciento hasta mil; y en uno de estos juntos los señores, iban los quipos de las cuentas y por
ramales está la cuenta de lo uno y en otro lo del otro; de ellos, si uno había gastado más que otro, los que menos
tal manera esto, que para nosotros es una cuenta donosa habían proveído lo pagaban, de tal suerte que iguales
y ciega, y para ellos singular. En cada cabeza de provin- quedasen todos.
cia había contadores a quien llamaban quipos-camayos, y Y en cada valle hay esta cuenta hoy día, y siempre
por estos nudos tenían la cuenta y razón de lo que habían hay en los aposentos tantos contadores como en él hay
de tributar los que estaban en aquel distrito, desde la pla- señores, y de cuatro en cuatro meses fenecen sus cuentas
ta, oro, ropa y ganado, hasta la leña y las otras cosas más por la manera dicha; y con la orden que han tenido han
menudas, y por los mismos quipos se daba a cabo de un podido sufrir combates tan grandes, que si Dios fuese
año, o de diez, o de veinte, razón a quien tenía comisión servido que del todo hubiesen cesado, con el buen trata-
de tomar la cuenta, tan bien que un par de alpargatas no miento que en este tiempo reciben, y con la buena orden
se podían esconder. y justicia que hay, se restaurarían y multiplicarían, para
Yo estaba incrédulo en esta cuenta, y aunque lo oía que en alguna manera vuelva a ser este reino lo que fue {…}.
afirmar y tratar, tenía lo más de ello por fábula; y estando
en la provincia de Jauja, en lo que llaman Marcavilca, Segunda parte de La crónica del Perú, llamada Señorío de los Incas, capítulo
rogué al señor Guacarapora que me hiciese entender la xii. La primera parte se publicó en Sevilla, en 1553, y esta solo fue impresa
por vez primera en 1880. En: Pedro Cieza de León. Obras completas. Edi-
cuenta dicha de tal manera que yo me satisficiese a mí ción de Carmelo Sáenz de Santa María. Madrid, Consejo Superior de In-
mismo, para estar cierto que era fiel y verdadera; y luego vestigaciones Científicas, 1984. Ese año se inició también la publicación de
mandó a sus criados que fuesen por los quipos, y como la obra de Cieza en Lima, en la serie Clásicos peruanos que dirigió Franklin
Pease en el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
este señor sea de buen entendimiento y razón para ser
indio, con mucho reposo satisfizo a mi demanda, y me En la portada: Jorge Eduardo Eielson. Nodo, 2000.
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