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Claustro Mayor, 2019. Óleo sobre tela. Escalinatas 1989 y, a la derecha, Cúpula, 2015. Acuarelas
                La primera celda es, en realidad, uno de los catorce   diminutos parásitos. Hacia el fondo está la guardianía,
            solarillos que conserva el monasterio. Estas construc-  con acceso a la calle para el ingreso de los mantenimien-
            ciones  surgieron  a inicios del  siglo  xvii, a raíz de  los   tos. El patio tiene piso de canto rodado, huellas para las
            frecuentes sismos. Diferían en tamaño , según los me-  carretas y una arquería con dos tornos.
            dios de las monjas, cuyas familias, además de la dote,   Muy  cerca, la cocina  comunitaria ofrece  monu-
            financiaban  su construcción.  Son moradas  distintas   mentales ambientes tenebristas impregnados de hollín.
            con elementos comunes: sala, dormitorio (con la tari-  Se dice que aquí funcionó la primitiva iglesia. Hay un
            ma bajo un antisísmico arco de medio punto), cocina   pozo ahora ciego, horno, batanes, fogones, huellas de
            con horno, patio. Las religiosas se instalaban allí con su   panadería  y pastelería. Sus condumios  enriquecieron
            servidumbre y, a veces, algunas parientes. Podían alqui-  la tradición culinaria de la ciudad y sus dulces fueron
            larlas, dejarlas en herencia o, llegado el caso, venderlas.   célebres («comidas magníficas, meriendas deliciosas» es-
            El espesor de los muros permitía empotrar armarios;   cribe Flora Tristán, recordando los seis días que pasó
            tienen también, a modo de altares, hornacinas con imá-  invitada en la clausura, en 1834). Del tizne inspirador
            genes sacras y, con frecuencia, pinturas del Agnus Dei,   se pasa, gradería de por medio, a la luminosa plazuela
            de  simbología  apocalíptica.  La museografía  actual  ha   de Zocodover, con su pileta de piedra y chorreras de
            dispuesto algunos muebles y otras curiosidades.    bronce. A un lado está la púdica bañera de las mon-
                Da a este claustro la sala De profundis (Desde lo profun-  jas. Al frente, unas puertas de sauce con finas tallas.
            do te invoco, ¡oh Yahvé!, reza por algo el salmo), con su bó-  En el entorno destacan otro solarillo, la nueva sacristía
            veda de cañón, tarimas funerarias y quince retratos post   y la celda de la beata Ana de los Ángeles Monteagudo
            mortem de monjas, siete  de ellas coronadas. Al lado, la   (1602-1689), máxima exponente de la devoción local.
            calle Málaga acoge otros salarillos y la enfermería, llama-
            da Sala Zurbarán por el lienzo de un arcángel atribuido   CLAUSTRO MAYOR, IGLESIA, PINACOTECA
            al taller del artista. Diez arcos de medio punto cobijaban   Un corredor abovedado conduce al Claustro Ma-
            los lechos de las enfermas; ahí se exponen ahora imáge-  yor, construido entre 1715 y 1721. Ahí se encuentra el
            nes, casullas, vajillas y otras piezas de las dotes, algunas   refectorio, con sus pinturas religiosas, austeras mesas y
            venidas de Europa o, incluso, en el galeón de Manila.   duras bancas. Detrás, otra cocina comunitaria impacta
                Al otro extremo se inicia la calle Córdoba, pinta-  por su techo piramidal, útil para extraer el humo. El
            da de blanco y cargada de geranios. El aposento de la   claustro, de color ocre y con una serie de lienzos sobre
            izquierda devino Sala de hostias y guarda troqueles y uten-  Jesús y la Virgen, corre paralelo a la iglesia. Adosados al
            silios para su elaboración. Asoma, al lado, el discreto ac-  templo, hay cinco confesionarios detrás de un elevado
            ceso a la nueva clausura. Al frente, una celda exhibe  un   barandal. Al extremo, una ancha escalinata conduce al
            canapé con un tapiz andino de transición. Surge luego   Coro Alto, mientras una discreta puerta en la arquería
            la calle Toledo, de color rojo ocre, la más larga, angosta   lleva al Coro Bajo, espacio clave para la vida religiosa.
            y antigua del monasterio. Se advierten en sus celdas las   La iglesia, de fines del siglo xvii, cuenta con una sola
            técnicas primeras: muros de piedra, techos de par y nudi-  nave y es ahora neoclásica. El sagrario y el frontal de pla-
            llo, vigas amarradas con cuero de llama, como estilaban   ta labrada permite imaginar su perdido apogeo barroco:
            los antiguos peruanos. Algunas mantienen los tejados,   tuvo, según Travada, «seis retablos dorados», el mayor
            aunque, en general, desaparecieron: según Ventura Tra-  con tres cuerpos en toda «la testera principal», además
            vada (1750), en cada terremoto caía «una lluvia de tejas».   de relieves en la bóveda y tallas en las portadas.
                En la esquina de las calles Toledo y Sevilla, una cel-  Por el Coro Bajo se accede a tres extensas salas que
            da con cúpula de arista -de ladrillo- era utilizada como   cierran  el  conjunto  e  hicieron  de  dormitorio  comuni-
            aula. La perspectiva de la calle Sevilla es también suges-  tario, desde 1861 hasta poco antes de la apertura del
            tiva: dos arcos contrafuertes, una leve gradería y, al fon-  monasterio al público, en 1970. Aquí, bajo tres largas
            do, una espadaña. La calle Toledo concluye en el muro   bóvedas -dos paralelas y otra perpendicular, amarradas
            perimétrico. A un lado, un portón señala el ingreso al   al Claustro Mayor y al de los naranjos-, está ahora la pina-
            antiguo cementerio. Al otro, al aire libre, veinte medias   coteca, con algunas esculturas y noventaidós lienzos, en
            tinajas, echadas y alineadas en orden descendente, ser-  especial de la Escuela Cuzqueña, incluida una serie sobre
            vían, con la debida canalización, para lavar la ropa. Las   Santa Catalina. Solo nos detendremos en la tela donde
            tinajas o chombas debieron ser recicladas de entre las   un joven posa bajo la advocación de San Bernardo. Sería,
            muchas que  se  usaban  para  almacenar  la  abundante   al parecer, un retrato de Juan Pablo Viscardo y Guzmán,
            producción de vinos y aguardientes de la región.   novicio jesuita y precursor de la Independencia, envia-
                El jardín del fondo parece sugerir el amputado
            huerto. Empieza allí -en sentido contrario- la calle Bur-  do a sus hermanas Bernardina y Narcisa, monjas de esta
                                                               clausura, cuando estudiaba en el Cuzco. La visita a tan
            gos. En su primer solarillo un clavicordio recuerda la im-  sorprendente conjunción de formas arquitectónicas ha
            portancia de la música -gloria del apolíneo sacro coro, según   concluido. Volvemos al patio de ingreso, y como dice
            Fray Luis- en la vida monacal. La encrucijada de las calles   Martín Adán: La campana Catalina / tañe, tañe, tañe, tañe.
            Burgos, Sevilla y Granada permite apreciar la cúpula del
            templo entre la densidad de los volúmenes. Una sala, tal   Una primera versión de este artículo fue publicada en 1994. Se agradece
            vez la antigua sacristía, muestra en la bóveda un relieve de   la colaboración de Isabel Olivares. En Arequipa se puede visitar también
            Santo Domingo; se conservan aquí el retrato de la fun-  el monasterio carmelita de Santa Teresa (1714).
            dadora, cilicios, disciplinas, bordados, flores artificiales y   En la portada: Ricardo Córdova. Santa Catalina, 2018. Óleo sobre tela.
            un curioso pulguero, donde la caridad embotellaba a los   https://www.youtube.com/watch?v=4nLfM8Vawjw


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