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LA FIESTA DEL SOLSTICIO INCA



                                            María del CarMen Martín rubio*

             Una aproximación a la historia del Inti Raymi, vistosa fiesta celebrada tradicionalmente en el Cuzco
                     y recreada también por diversas comunidades andinas en otras ciudades del mundo.


                 ese a la cultura occidental impuesta en los terri-  de doce meses con treinta días y señaló  las fiestas  y
                 torios andinos a raíz de la conquista europea,   sacrificios que cada mes se debían hacer {…}. En esos
            Pel legado incaico nunca se llegó a perder en      días Pachacutec ordenó una fiesta al Sol muy solemne,
            sus pueblos y ciudades, ni en los momentos difíciles   en la cual se hacían grandes sacrificios para dar gracias
            de la extirpación de idolatrías y ni siquiera en siglos   por poder disponer de  tierras de labor y por los maí-
            posteriores. Fundamentalmente, este legado se ha ma-  ces cosechados en ellas; duraba hasta fin de junio, mes
            nifestado siempre por el uso del runasimi, la lengua   conocido por hatun quosquiquilla.
            popular incaica, y por representaciones de ceremonias   Volviendo la mirada a otros autores, encontra-
            folklóricas evocadoras de su historia, las cuales muy   mos a Pedro Sarmiento de Gamboa, cronista del vi-
            pronto se vieron mezcladas con las propias de la pe-  rrey Francisco de Toledo, en cuya compañía recorrió
            nínsula ibérica en procesiones religiosas y en desfiles   el virreinato del Perú entre 1568 y 1579, tiempo en el
            de carácter político {…}. Sobre el particular son muy   que compuso su obra, donde anotó que había cuatro
            interesantes los testimonios narrados por los llamados   fiestas principales durante el año: Raymi o Capa Ray-
            cronistas de Indias -algunos testigos de vista- quienes   mi, en la que se ordenaba orejones a los adolescentes
            impresionados por la magnificencia de las ceremonias   nobles; a dicha fiesta se denominaba Huarachico. Otra
            que alcanzaron a presenciar, han dejado bellas des-  era la Situa; en ella se desarrollaba un ritual semejante
            cripciones en las que se remarca el absoluto poder de   al primer festejo descrito por Betanzos en el mes de
            los monarcas cuzqueños y el gran esplendor que envol-  septiembre. La tercera, dedicada al dios Sol, se llama-
            vía al aparato estatal-religioso, dirigente del Imperio.  ba Inti Raymi y la cuarta Aymuray.
                Este es el caso de Pedro Cieza de León, que tras   El  mercedario Martín de Murúa escribió hacia
            haber recorrido muchos lugares andinos, publicó parte   1614 que el séptimo mes, correspondiente a nuestro
            de su obra en Sevilla el año de 1553, con una docu-  junio, se llamaba Aucay cuzqui intiraymi y en él se cele-
            mentación captada en directo. Por eso, pudo saber de   braba el Inti Raymi: la fiesta del Sol, la cual después
            primera mano que, durante el Incanato se celebraban   coincidió con la del Corpus Christi {…}. Como ya sa-
            varios festejos en los que se hacían grandes sacrificios.   bemos, se dedicaba al Dios Sol; al decir de Garcilaso
            De todos, consideraba más importante al llamado ha-  de la Vega, en reconocimiento de tenerle por Dios
            tún raymi: fiesta muy solemne, dedicada en el mes de   sumo, sólo y universal y porque “era padre natural del
            agosto al dios creador Ticiviracocha, al Sol, a la Luna y a   primer inca Manco Capac y de la coya Mama Ocllo
            otros dioses, en agradecimiento de los frutos recogidos.       Huaco y de los reyes y de sus hijos descendientes”. Por
                El comentario de Cieza de León pone de mani-   ello, concurrían a la fiesta todos los vasallos del Impe-
            fiesto la importancia de las crónicas en la historiogra-  rio, además de los capitanes jubilados, los que no se
            fía americana; sin embargo, hay que tener en cuen-  hallaban en la guerra y los curacas. Según Garcilaso,
            ta que existen pequeñas contradicciones en algunos   estos últimos acudían chapados de oro mezclado con
            nombres y fechas entre los autores del siglo XVI, debi-  plata, lucían guirnaldas de los mismos metales y porta-
            do principalmente al desconocimiento de los idiomas   ban las armas de su nación; otros llevaban sobrepuesta
            aborígenes, así como del orden social y cultural de   una piel de león (un puma), cuya cabeza encajaban so-
            aquellos pueblos, muy diferentes a los europeos del re-  bre la suya, consiguiendo dar así una imagen muy fe-
            nacimiento. De ahí que sean los cronistas de la década   roz; asimismo había  quienes adosaban a su cuerpo las
            posterior quienes recojan con mayores luces los más   enormes alas del cóndor, mientras que otros muchos
            profundos aspectos del Incanato, mediante el estudio   llevaban máscaras de figuras abominables. A su vez,
            de documentos; pero en contrapartida, estos pierden   Betanzos indica que también participaban en la fiesta
            la frescura de la narración contada desde la observa-  los recién ordenados orejones, vistiendo camisetas te-
            ción directa, exceptuando a cronistas indígenas o mes-  jidas con oro, plata, plumas tornasoladas y adornados
            tizos, como Huamán Poma de Ayala, Garcilaso de la   de patenas y brazaletes asimismo de oro.
            Vega y Santa Cruz Pachacuti Yanque.                    Con estos preparativos se llegaba a la jornada
                Por  tales motivos, antes de seguir  adelante, es   principal, que era el 24 de junio. Muy temprano, la
            conveniente escuchar a Juan de Betanzos, un autor   gran comitiva, al frente de la cual se hallaba el inca,
            muy considerado por haber escrito su obra en la tem-  se trasladaba al templo del Sol: el Inticancha o Cori-
            prana fecha de 1551, desde la panaca real de Atahual-  cancha. En la placita, situada en la entrada principal,
            pa a la que pertenecía su esposa, y por conocer perfec-  se descalzaban los orejones; el inca lo hacía al llegar
            tamente el idioma nativo. Explica que el gran héroe,   a la puerta y después entraba en el sagrado recinto
            Inca Yupanqui o Pachacutec estableció un calendario   para adorar la imagen del Inti, junto con los orejones
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